jueves, 15 de enero de 2009

El Último Panadero

Querido Telésforo:

Hace unos días me concediste una entrevista, no te conocía, no me conocías, aun así me abriste las puertas de tu casa, eso sin duda demuestra tu gran corazón, es por ello que a través de esta carta quiero agradecerte tan generoso gesto.
Me sentí como en ese cuento donde el espíritu de la Navidad repasa las diferentes vidas de una persona: pasado, presente y futuro.
Me reí mucho con todas esas anécdotas que me contaste, sobre todo esa de cuando tu padre era depositario, y había que ir hasta alguna localidad cercana en busca de los músicos para las fiestas del pueblo, los famosos Pichilines de aquella época. Cogiste tu carro y después de varias horas de camino, al llegar la gente se enfadó porque te los querías llevar…, querían pegarte, primera y última, las siguientes veces, ya ibas con tiempo y pasabas allí la noche para poder traer con calma a los músicos, y nadie se enfadara, hasta te venia bien porque también disfrutabas de la fiesta.
Al llegar a Fuentepiñel con los músicos estos hacían noche en tu casa, se les dejaba una habitación, y se les atendía hasta que las fiestas del pueblo llegaban a su fin.
Tu niñez transcurrió con alegría, entre juegos, amigos y la escuela..., en esa época sí que iban los niños y las niñas juntos..., terminó el cole, y no quedaba más que trabajar la tierra, aprendiste el duro trabajo de la agricultura. Hoy en día, en casa guardas muy ordenadamente esos aperos con los cuales te ganaste el sustento durante tantos años.
La adolescencia transcurrió en época de Dictadura, pero allí por lo que me contaste no se vivió como en otros lugares de España..., ni las noticias, ni la dureza de la guerra llegaron hasta el pueblo. De la guerra solo recuerdas los tres años que tu hermano Pedro estuvo en el ejercito, y aquella instrucción sobre como utilizar un fusil, elaborado de madera, y que hace poco, hurgando en las cosas de casa lo encontraste…, ¡qué época!
Con algunos años más, entre sonrisas, me contaste como ibas tu y los demás chicos al Rosario solo por ver a las mozas…, menudo picaron.
Llegó ese día en que quedaste prendado de la moza más hermosa, Henar…, para no separarte nunca más de ella. Transcurrieron 8 años de noviazgo y el año 1954 os casasteis. Me resultó muy curioso, aquel comentario de que era habitual en ese entonces, casarse pero seguir viviendo cada uno con sus padres, y juntaros solo por las noches.
En el año 57 llegó lo de la panadería, de mano de un hermano de Henar…, siempre emprendedor y con espíritu decidido aceptaste el reto y con el apoyo de tu mujer, alma y corazón del negocio, surge tu vocación panadera, conjugándolo con tus labores agrícolas.
Fueron años de duro trabajo, lo de la panadería era día si y día también, había que estar a “pie de horno”, daba igual vacaciones, festivo, fiestas o lo que fuese, había que hornear pan y responder a la confianza de la gente.
Así que todos los días: madrugar, ir a por leña, amasar, dejar reposar la masa, calentar el horno, limpiarle y poner las hogazas a cocer. Comenzaste horneando 200kg de harina, y en el ultimo año solo se producía lo que daban 20Kg.
Qué sorprendente cuando me dijiste que la gente iba a comprar el pan con un palo: la tarja, todavía me cuesta entender…, y más cuando me dices que al parecer solo se hacia en Fuentepiñel, y si acaso un par de pueblos más..., porque por ejemplo en Fuentesaúco se pagaba con vales. A ver si lo he entendido bien…, en el palito de madera, la tarja, hacías una muesca por cada hogaza de pan. Cuando se hacía la ultima muesca, la gente te tenía que pagar tantos kilos de harina o trigo como muescas tuviera la tarja. Espero haberlo entendido bien..., sino a ver que le voy a contar a la gente del pueblo.
Esta práctica acabó cuando el molinero pidió que no te pagaran más con trigo, ya que con tantas clases de trigo no sabía como pagártelo, así que a partir de allí se te pagaba con dinero.
Trescientos habitantes en el pueblo en aquellos inicios, y algunos vecinos de la comarca dieron para muchas anécdotas, como la de aquella gitana que te pagó con 50 pesetas, por una hogaza, le distes las vueltas, la hogaza…, y todavía te preguntas, ¿donde estarán las 50 pesetas?…., y de la que iba a comprar el pan todos los días, y siempre te decía lo mismo: "esa hogaza no me gusta". La echabas donde estaban las otras…, le volvías a dar la misma, y decía: "ves, te lo dije esa esta mejor", y así cada vez. Y que decir de las mujeres del pueblo que días antes de pascua se pasaban todo el día en la panadería haciendo magdalenas y bollos.
Cuando cerraste la panadería y te jubilaste también de las tareas del campo después de tantos años, y empezabas a disfrutar de tu mujer y de tu familia sucedió aquello..., aquello que..., no se qué decir..., como decirlo..., perdiste a tu gran amor, a tu compañera y amiga de toda la vida..., ¿cómo asumir aquello?. ¿Cómo soportar tamaño dolor?. ¿Cómo se aprende a vivir sin la persona que ha compartido contigo más de cincuenta años, por la que has dado todo? Pero Dios en su infinita misericordia te ha dado tres hijos maravillosos, unas nietas, en definitiva, una familia que se ha volcado contigo, que te ha arropado, que han hecho piña..., y entre todos intentan aprender a vivir sin ella.
Procuras siempre mantenerte ocupado, ¡sabia aptitud!, así que desde que recibiste un regalo de la maqueta de una iglesia, decidiste hacer lo mismo…, y con tus propias manos y tu ingenio construiste el acueducto, y la iglesia del pueblo…, dabas paseos a la plaza del pueblo para estudiar cada detalle de la iglesia…, también con tus manos y con cuidados detalles construiste tu panadería en miniatura..., y que decir de los aperos de labranza…, ¡vamos, que tenemos todo un artista en el pueblo y nosotros sin saberlo!
Antes de conocerte tenía claro el titulo de la entrevista..., "El último panadero"..., pero después de conocerte amable Telésforo, títulos son los que te sobran: el de padre ejemplar, de amantísimo esposo, el de hombre emprendedor, de trabajador incansable, el de hombre luchador, ciudadano honesto, simpático, agradable…, y un largo etcétera de nobles títulos, que la misma Cayetana de Alba palidecería de envidia.
Te confieso que tengo temor cuando redacte la entrevista, de no trasmitir correctamente lo que me has contado, quiero hacerlo bien, no porque en ella vaya a descubrir nada que el pueblo desconozca de tu persona, y de tus valores, sino porque me gustaría que fuera un pequeño homenaje a una persona que ha dado tanto en la vida…, y me viene a la mente, cuando celebraste tus bodas de oro, todo el mundo paró de trabajar para ir a misa y mostrarte, a ti y tu mujer, su cariño..., la gente te quiere, y tu lo agradeces, así me lo has hecho saber, ese cariño que te han dado y demostrado a lo largo de tantos años.
Me esforzare Telésforo, en hacer una entrevista que te guste, te lo prometo…, por ti y por el recuerdo de tu querida Henar.
Espero verte pronto, y hasta que eso sea, recibe mis más profundos afectos.
Un abrazo.

Fotos en el Archivo Fotográfico

Próxima entrevista en "Nuestras Gentes", pendiente de confirmación.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Espléndida la carta que le diriges a nuestro querido Telesforo. Y sobre todo muy tierna y sentida. A mí me ha retrotraído cuarenta años atrás. Y eso que yo no era uno de sus clientes habituales, al menos al principio.
Ya sabrás que en FUENTEPIÑEL había entonces dos panaderías: la de Rufino Benito, que estaba donde se ha hecho la casa Salán y que surtía básicamente a los del Barrio Arriba (mi familia vivía entonces en la casa de Mario Barrio -d.e.p.-), y la de Telesforo, que surtía sobre todo a los del Barrio Abajo. O al menos eso es lo que yo pensaba entonces y me parece recordar. Eso sí, también bajaba alguna vez a la de Telesforo. Y para no confundir las tarjas, recuerdo perfectamente que cada uno pintaba una de las puntas de la suya de un color.
Cuando a finales de los años sesenta emigró Rufino a Valladolid con toda su prole (su mujer Cecilia, y sus hijos Goyito, Consuelo -que, como la panadería de Telesforo, era quinta mía y a la que su padre llamaba Claudia-, Ana Mari, Aurora y Pedro Luis), entonces todos teníamos que ir a la del Barrio Abajo (a mí me parecía que estaba en el fin del mundo de lejos).
Felicidades, Limurá, por ello y por todo el blog en general, y espero que nos podamos encontrar dentro de una semana en la luminaria de Santa Brígida. Tenemos cosas de que hablar ahora que eres nuestra secre. Tengo un proyectito por ahí que puede resultar interesante y del que se me olvidó tratar el día de la asamblea general.
Saludos fuentepiñelanos.