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Foto: Javi Arranz. |
Me
encontraba descansando en mi habitación del pueblo, cuando a lo lejos, casi
como un murmullo, oigo: «Limu… Limu».
Aquella
voz a pesar de que sonaba de forma familiar, no podía identificarla, no sabía
quién podía ser, ¿quién me llamará?… «Limu… Limu», se oía cada vez más cerca…, seguía sin saber quién era.
Decidí entonces ir al encuentro de aquella voz…, y allí estaba, a los
pies de la escalera, con una gran sonrisa y los ojos llenos de cariño…,
extendió sus brazos y con voz dulce dijo: ¡Hola Limu! Nos fundimos en un gran abrazo…, comenzó así la amistad
entre un fuentepiñelano con corazón venezolano y una venezolana con corazón en
Fuentepiñel…, esa fue la primera vez que vi a Cándido Núñez Núñez.
Varias han sido las conversaciones que a partir de
entonces hemos tenido. Nuestro tema preferido… ¡Venezuela!…, es inevitable. No
me cansaré de oír todas esas anécdotas tan interesantes que cuenta de los
felices años que pasó por aquellas tierras y que marcaron para siempre su
vida…, nos metemos tanto en nuestra conversación que nos olvidamos de Javi y de
Juan Pablo…, alguna vez Cándido se ha vuelto a ellos para preguntarles: ―¿Os
enteráis de algo? ―, en unísono responden: ―¡No! ―..., Cándido ríe para decir:
―Es que estamos hablando en venezolano.
¡Y
es verdad!, quién nos oiga hablar no entendería lo que estamos diciendo.
Cándido,
de memoria prodigiosa, recuerda todas esas “palabras venezolanas” que incluyen algunas
pronunciadas en perfecto ingles y que los venezolanos hemos asimilado a nuestro
vocabulario cotidiano. Él las sigue utilizando con tanta naturalidad que hasta
a mi me sorprende, porque muchas de esas palabras las creía olvidadas.
Juan Pablo, que es hijo de Cándido, nació en Venezuela…, ¡bueno, bueno!,
creo que me estoy adelantando y no estoy yendo con el orden con que me gusta
llevar las cosas…, ¡venga!, comencemos otra vez, os voy a hablar de mi amigo Cándido:
Cándido
Núñez Núñez, nació en Fuentepiñel el 1 de diciembre de 1926, hijo de humildes labradores,
comenzó sus estudios en el pueblo, sin embargo su madre supo ver en él algo
distinto…, era un niño de mente inquieta, le gustaba estudiar, iba más allá de
las simples lecciones de la escuela, por lo que Catalina, que así se llamaba su
madre, lo envío a estudiar a Segovia.
Siendo un adolescente, cuando llegaba de vacaciones escolares a
Fuentepiñel daba clases a alguno de los chicos del pueblo…, se ganaba un “dinerillo”,
que nunca venía mal, pues sus padres hacían un gran sacrificio para que
estudiara en Segovia. Se graduó de bachiller en un colegio de Claretianos. De
tal forma destacó Cándido en sus estudios que le ofrecieron la posibilidad de
hacer “la normal”, pero consideró que ser maestro no era lo suyo.
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Antigua sede del Regimiento 41 de Artillería. |
Llegó la “mili”, decidió apuntarse voluntariamente,
eso le dio la oportunidad de poder escoger destino…, escogió Segovia. Los que
se apuntaban voluntariamente debían estar un año más que los no voluntarios,
por lo que en el Regimiento 41 de Artillería de Segovia pasó sus 3 años de
servicio. Debido a sus estudios fue destinado a labores de oficina, algo que
muchas veces no era bien visto por algunos compañeros que debían hacer labores,
menos amables. Destacó nuevamente por su trabajo y entrega, y acabada la “mili”
le ofrecieron la posibilidad de quedarse en el cuerpo, con un puesto fijo, debía
trasladarse a Zaragoza.
Cándido
siguió dejándose llevar por el instinto, sabía que era una gran oportunidad,
era mucho más de lo que otros habían logrado, pero sin saber por qué, rechazó
la oferta. No es que tuviese claro que era lo que quería, solo sabía que
ninguna de aquellas dos oportunidades que había rechazado eran lo que él estaba
esperando.
Conoció
a Amparo de la vecina localidad de Pecharromán, se casaron y llegó su primera
hija, su querida Lola…, llegó también ese día que tanto había esperado, el día
que reconocería cual era su destino.
En una conversación en casa de un cuñado en Madrid, oyó hablar de
Venezuela, decían que por un bolívar te daban 18 pesetas…, y en una minúscula
fracción de tiempo supo ver la oportunidad que había esperando siempre, fue la
decisión más difícil de su vida, pero lo tenía claro…, ¡tenía que ir a Venezuela
a probar suerte!
Sabía que no iba a ser fácil, todos los comienzos son difíciles, no iba
a ser “llegar y besar el santo”, por mucho que dijesen que en Venezuela se
podía hacer dinero, así que se preparó mentalmente, estaba dispuesto a abrirse
camino.
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Lucania, barco donde viajo Cándido. |
Zarpó
en el año 1953 en un barco de una compañía italiana llamado LUCANIA, había sido
un barco de guerra transformado después en pasaje.
Os aseguro que es sorprendente oír hablar a
Cándido, ¡qué memoria!, además cuando habla parece que todo lo dibuja dando
detalles claves que hace más fácil seguirle.
Quince
días duró el viaje. Hicieron escala en las Azores, luego Curaçao hasta llegar a
destino: el puerto de La Guaira. Los españoles que viajaban en el barco fueron
recibidos por la embajada española. Les ofrecieron durante un breve tiempo un
“galpón” donde dormir.
Muchas
cosas pasaron en esos 15 años que vivió en tierras caribeñas, al principio
situaciones muy duras. Recuerda particularmente una cuando se fue por la zona
del Amazonas, cerca de Brasil, como buscador de oro y le dijo un “cacique” a
los pocos días de llegar: ―¡Mira españolito!, este no es lugar para ti. Si un
día tienes la suerte de encontrar una “pepa de oro” se correrá la voz, y da por
hecho que al otro día no amaneces―. Cándido entendió el mensaje, se marchó a
Caracas.
Pasó
por varios trabajos, mucho sacrificio, anécdotas y dificultades, pero con su preparación
las cosas cada vez iban mejorando hasta que llegó a ser empresario. Fue
entonces, estabilizado laboralmente, cuando comenzó a prepararlo todo: un piso,
muebles…, quería recompensar a Amparo y a Lola por todo el tiempo que las había
dejado solas… ¡cinco años sin ver a su familia!, a su mujer, a su niña que la
había dejado con apenas dos añitos.
Allí
nació su otro hijo Juan Pablo. Cuando Juan Pablo contaba con ocho meses
decidieron regresar a España…, habían pasado once años desde que Cándido vio por
última vez a sus padres.
Después de pasar un tiempo más en Venezuela finiquitando unos negocios,
Cándido y su familia vivirían 2 años en Pecharromán. Deciden mudarse a Fuentepiñel
donde finalmente se construye su propia casa.
―Sé que es
difícil resumir tu paso por Venezuela, pero si me gustaría que nos contaras,
¿qué resultó más relevante para ti?, ¿qué vivencias resaltarías? ¿Con qué te
quedarías?
―No sabría cual escoger, todo fue importante…,
muchos sacrificios, penas, tristezas pero también muchos triunfos y alegrías. Los
primeros años fueron muy duros. Viajes conduciendo un camión con el riesgo que
eso suponía hasta que pude asociarme para trabajar en una empresa relacionada con
la “good year” y comencé a vestir de
traje. Venezuela era un país emergente, se construían grandes infraestructuras
como la carretera Panamericana que une a varios países de Sudamérica… ¡yo
estaba allí cuando la construyeron! Conocí gente maravillosa que me ayudo. Descubrí
paisajes hermosos… Venezuela es un país con una naturaleza inimaginable: selva,
playas, llanos, montaña… ¡bueno que te puedo decir!, es también tu tierra.
―…, te emocionas hablando de Venezuela.
―Allí
deje 15 años de mi vida, mi juventud, es una etapa que nunca olvidaré…, me
siento venezolano.
―¿No tienes alguna foto de cuando estabas en
Venezuela?
―Aquí
en casa no creo, pero te puedo enseñar algo que me traje de allí. ―Cándido señala hacía una de las paredes―. Es
una de piel de “culebra”, la cacé en los llanos apureños, la mandé disecar y
aquí esta, la tengo como un trofeo.
―También veo “otros trofeos” que cuelgan de
la pared.
―Es
un diploma con los nombres de los integrantes de la Diputación entre los años 1983 a 1987 y la otra, una
medalla con mi nombre con los años que estuve como diputado provincial desde 1979
hasta 1987.
―¿Así
que te dedicaste a la política después de llegar de Venezuela?
―Entre
otras cosas…, te cuento: cuando llegué a…,
Mientras
Cándido hablaba seguía pensando en el prodigio de su memoria, parecía como si
hubiese sido ayer todo lo que contaba.
Se
inició como concejal en una época donde no había elecciones. Los cargos eran
elegidos por un “concejo” conformado por personas destacadas de cada pueblo. A
los dos años de estar como concejal y tras el triste fallecimiento de quien fuera
alcalde en ese momento, Jorge Barrio, se le nombra a él como sustituto. Diez
años estuvo como alcalde de Fuentepiñel.
Modesto Fraile, destacado político cuellerano, le animó para participar
en la diputación llegando Cándido a ser uno de los primeros diputado provinciales
durante la Transición Española. Esto dice mucho de la importancia de
Fuentepiñel, para ser diputado había que ser alcalde, pero todos los alcaldes
no llegaban a ser diputados.
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Miembros de la Diputación Provincial de Segovia. 1983-1987. |
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Deposito de agua. Fuentepiñel. |
Cándido como alcalde y diputado provincial, puso en
marcha algunos cambios en Fuentepiñel. Dentro de los proyectos más destacados
está la construcción de un pozo subterráneo para llevar agua al pueblo. Después
de superar varios obstáculos relacionados con la profundidad, la perforación de
un nuevo pozo y de buscar financiación para la infraestructura, el agua
finalmente llegó al pueblo.
―¿Debes sentirte muy orgulloso de haber
conseguido llevar el agua hasta el pueblo? ¿Sería una obra de gran envergadura
en aquellos tiempos?
―¡Lo estoy!… Mira Limu, yo asumí mi responsabilidad
como alcalde, un alcalde no está solo para ocupar un puesto. Fui consciente del
cambio que demandaba el país con la llegada de la democracia. Había visto en
Venezuela como mejoraba la vida de las personas a través de la construcción de
servicios, yo quería esas mejoras también para mi pueblo..., ¡era también
diputado! ¿Cómo no iba a hacer algo por Fuentepiñel? Sabía y entendía que los
cambios no siempre le vienen bien a todo el mundo, pero aun así era mi
responsabilidad intentarlo…, muchas de las cosas que hice no fueron bien
vistas, algunas personas dejaron de hablarme ―se le llenan los ojos de lágrimas…,
no quise interrumpirle―. Aquello me causó una profunda tristeza, nunca hice
nada con intención de molestar a nadie, todo lo contrario.
Después
de un silencio entre todos, nos recompusimos, y comenzamos a hablar nuevamente
de Venezuela, bromeando y recordando palabras que se dicen allí: baquiano, arrechera, carajito…,
Cándido le recordó a Javi cuando iba con su padre en el carro a moler al molino
que tenía en frente de su casa.
Aunque no reside en Fuentepiñel, Cándido todos los domingos por las
tardes se toma un café en el bar del pueblo, siempre en compañía de su hijo
Juan Pablo…, quiere sentirse cerca de su gente.
Gracias
Cándido por tu tiempo, por aceptar una entrevista que en algunos momentos te ha
hecho recordar cosas tristes, como la muerte de tu mujer, pero eres y has sido
un hombre de tu tiempo, afrontas con entereza las situaciones. Sirva esta
entrevista para expresarte mi cariño, un pequeño homenaje a todos tus años de
lucha…, siempre serás mi amigo…, mi paisano.
Próxima entrevista: pendiente de confirmar.