lunes, 16 de noviembre de 2009

Doña Palmira

Foto: Javi Arranz.
Dévanos, provincia de Soria, ve nacer en el año 1934 a Ángeles Palmira Jimeno Lasanta, hija de agricultores, que junto a su hermano conforman una familia como tantas otras en la comarca de Tierras de Agreda cuyas vidas giraban alrededor de la huerta. Los productos se vendían en los mercados de la zona, ella en varias ocasiones se encargaba de esta tarea, hasta que su maestra a la cual le estará eternamente agradecida, le instó y ayudó a cursar magisterio, situación que cambiaría definitivamente el “curso” de su vida.
Marcharía a Soria a estudiar. Una vez graduada varias serían las localidades de destino, pasando en alguno de ellos por situaciones complicadas, ya que dada su juventud e inexperiencia no era muy bien recibida, lo que le llevó alguna vez a lidiar con el rechazo de la gente.
En Ciria, Soria conoce a don Juan, natural de Cantalejo, al poco tiempo le trasladarían a Cozuelos, donde estaría tres años y se casarían.
Don Juan, médico de profesión, prestaría sus servicios a lo largo de muchos años en Fuentepiñel, vivirían un breve tiempo en la parte alta del Ayuntamiento hasta que plantaron residencia definitiva en Torrecilla del Pinar.
Vendrían los hijos, cuatro en total, más todos los que a lo largo de veintiséis años atendería en Fuentepiñel.
De memoria prodigiosa recuerda a todos sus niños, por quintas, por sus cualidades..., ¡o no!, como aquel que era puro nervio, o aquella que era muy tranquila o de aquel que era muy grande y alto, pero que le parecía tan bonachón.
Llegaría la jubilación, el mismo día de su cumpleaños, un treinta de septiembre. Estaba en la escuela, con sus últimos niños, - es sorprenderte como recuerda sus nombres perfectamente-, su marido le dio la noticia. No le dio tiempo a despedirse, sintió que les dejaba solos, pero atravesaba una difícil situación familiar, era una jubilación anticipada, se había visto en la difícil situación de solicitarla, por lo que después de tantos años de servicio fue un duro momento.
Desde que llegué a Fuentepiñel siempre he oído hablar de doña Palmira, toda una institución en el pueblo, sin duda muchas son las opiniones como todo en la vida..., ¡para gustos!..., las más cercanas a mi entorno son de admiración, de buenos recuerdos, muy satisfactorios, un personaje trascendental en la vida de muchos fuentepiñelanos..., y ahora estaba allí con ella, charlando de aquellos buenos años.
Don Juan muy participativo puntualizaba sobre algún hecho en la conversación. También recuerda sus años de ejercicio como médico del pueblo, la consulta, su asistencia a su primer parto en el pueblo: la Geñi.

Surge en la conversación una comparativa entre la educación de ahora y la educación de antes, sin duda, comenta doña Palmira: "la educación hace unos años era muy distinta, quizás dura, pero se intentaba hacer llevadera, no se conocía otra cosa". Actualmente las aulas, continua diciendo doña Palmira, están acondicionadas: material, calefacción. Nosotros teníamos nada más llegar a la escuela que encender la estufa, no había quien aguantara el frío. Pero lo que más difícil, según cuenta, y en donde hace énfasis, era tener que llevar una clase con niños de tan diversas edades, desde cuatro hasta diez u once años, no era fácil, no.
Recuerda como atendiendo a los niños mayores oye un grito de una niña de cuatro años que le habían pegado un bocado en la mejilla. Repasando la lección, había que interrumpir la clase..., algún niño chico había que cambiarle. Otro día se le cayó uno de sus niños, y nunca mejor dicho, era su hija, se abrió una brecha en una ceja, su padre le dio algún punto..., agradecía que fuera su hija y no la de otro.
Para sobrellevar todo esto hay que tener mucho carácter, un carácter templado, y a ella no le quedaba otra, tuvo que templarlo, y si hacia falta "templar" alguna oreja para mantener a todos atentos... Javi se ríe.
La conversación discurre en un ambiente cordial, con buena disposición de estar juntos y hablar, acompañadas de unas exquisitas pastas traídas de Cantalejo.
Toca turno a la pregunta de que representa Fuentepiñel para ella..., situación comprometida, busca las palabras, presumo que es difícil responder, y nos cuenta esta historia:
Tenía que someterse a una operación de cadera, un día llegaron sus alumnos con un ramo de flores, de los rosales del patio de la escuela, las más bonitas que había podido ver alguna vez, ha sido el mejor ramo de flores de su vida. Le hacían llegar sus buenos deseos y pronta mejoría. Prosigue el relato diciendo que algún mayor le pregunta a un grupo de niñas: ¿donde vais?, y responden: "a rezar un rosario por doña Palmira para que se cure pronto"..., se le entrecorta la voz, pide disculpas por la emoción, mientras seca una pequeña lágrima que amenaza con salir..., son tantas cosas que decir, tengo buenos recuerdos de Fuentepiñel, tengo también la satisfacción de haber hecho las cosas lo mejor que pude, con eso me quedo.
Después de la emoción del momento, vuelven las risas..., hablamos de su vida actualmente en Segovia, los paseos, el chatito de vino de don Juan con los amigos y los hijos.

Aprovecho la ocasión para preguntar: ¿Doña Palmira, por qué usted siempre ganaba en el parchis?
-Me gustaba mucho jugar, se me da muy bien, todavía echo mi partidilla de vez en cuando. Desde niña he jugado, me enseñó un tío que le gustaba mucho..., y que sepáis no hago trampas, es que se me da muy bien..., (risas).

La profesión de maestra, le comento a doña palmira, es para mi una de las más admiradas, la comparo a la de los médicos, y me explico: los médicos como todos sabemos salvan vidas, los maestros también, porque ellos ayudan a encauzar la vida de muchas personas, su temperamento, canalizan, dan fuerzas y sobre todo enseñan las armas para poder enfrentarse a las dificultades, despiertan esos sueños de superación, incluso un mal maestro puede despertar las ganas de superación, aquel niño que recuerda lo mal que lo paso o lo poco valorado que se sintió, y decir..., ahora les voy a demostrar que si valgo.
Un maestro tiene una gran responsabilidad en sus manos, la vida y el destino de muchas personas, su futuro. ¿Qué siente doña Palmira, al haber sido responsable y participe en el futuro de tantas personas?
-Pues no sé, supongo que se lleva con naturalidad. -Se queda pensativa y murmura, ¿salvar vidas? -Reconozco que no lo había visto nunca de esa forma, pero si, es verdad, como dije antes, me esforcé en dar lo mejor de mi.
Finalizamos, tomando algunas fotos y agradeciendo el habernos recibido.

Gracias doña Palmira, por la entrevista. Viva por siempre en el recuerdo de muchos fuentepiñelanos, y en el mío, nunca le olvidaré.

Agradecimientos:
Mari Cuéllar, por ponerme en contacto con doña Palmira.
Margarita, hija de doña Palmira.
Javi Arranz, chofer y eterno sufridor en mis inquietudes periodísticas.

Fotos en el Archivo Fotográfico.

Próxima entrevista en "Nuestras Gentes": Cándido Núñez.

2 comentarios:

Maggra dijo...

Está genial prima

Anónimo dijo...

Gracias primica.