sábado, 13 de diciembre de 2008

Sabias por qué?...va también de costumbres navideñas.


¿Sabías por qué celebramos la Navidad el 25 de diciembre?

En Navidad (contracción de Natividad) celebramos el nacimiento de Jesucristo con una fiesta establecida en el siglo IV y de las más solemnes del calendario cristiano.
Con anterioridad los cristianos tan sólo conmemoraban la Pascua de Resurrección, pues desconocían la fecha del natalicio y tampoco le otorgaban demasiada importancia al hecho frente al verdaderamente importante de la resurrección.
Posteriormente al desearse celebrar el nacimiento, algunos teólogos propusieron fechas muy dispares que abarcaban desde el 6 de enero al 25 de mayo. En el concilio de Nicea (325 d.C.) se fija la fecha en el solsticio de invierno (en el hemisferio norte) y más concretamente se decide celebrar la Navidad el 25 de diciembre, para aprovechar que en esta fecha ya se celebraban en la antigüedad diversas fiestas paganas, como las “saturnales” romanas, la llegada del invierno entre los britanos y el Natalis Solis Invicti, ‘natalicio del sol inconquistable’ en latín, en honor de Mitra, dios asimilado más tarde al Apolo romano.
Y como sea que ya desde el siglo II se celebraba en los primeros días de enero la Teofanía —fiesta de la manifestación del Salvador, que agrupaba su nacimiento y su adoración por los Magos— la Iglesia optó por desglosar en dos la celebración, situando el nacimiento en la fecha señalada, con el objetivo de simular su integración en las fiestas paganas de la celebración del solsticio, a la vez que dotaba de contenido cristiano la celebración del nacimiento del Invicto, Jesús; dejando para el 6 de enero la celebración de la Epifanía o Adoración de los Magos.

Sabias el origen del BRINDIS?

Si hay alguna cosa que se hace a menudo en las celebraciones es brindar. Entrechocar de copas, unas palabras, chin-chin y adentro. Pero… ¿por qué brindamos?
El origen de la tradición lo encontramos en la Grecia clásica y el motivo es eminentemente práctico.
Ocurre que en la Grecia del siglo VI aC. era usual eliminar a un enemigo o a un rival político envenenando el vino que luego se le daba a beber. Tan frecuente llegó a ser, que se hizo obligatorio que el anfitrión bebiera el primer vino que se servía de la jarra para demostrar a los invitados que no entrañaba peligro su consumo. Una vez el anfitrión había bebido, el resto de comensales —convencidos de la ausencia de veneno— alzaban sus copas y bebían todos juntos.
Posteriormente los romanos adoptaron la afición griega al envenenamiento y el brindis como defensa contra él. Y comoquiera que ciertas argucias por parte del envenenador hacían algunas veces inoperante el brindis, se adoptó la costumbre de entrechocar las copas al objeto de que se produjese un pequeño intercambio de líquidos entre ellas. Así, en el hipotético caso de que existiese veneno en la copa del invitado, éste pasaría a la copa del anfitrión.
Es más reciente el carácter solemne y de celebración que acompaña al brindis. Durante el siglo XVIII era un acto social con el que se brindaba por la salud de algún amigo presente y se consideraba una descortesía, e incluso un insulto, omitir un brindis en honor de un invitado.
De todas manera, sigue presente en el brindis el motivo: la salud. ¡A tu salud! ¡A la salud de…! ¿Y qué mejor signo de salud que no caer fulminado por el veneno?

Sabías por qué llamamos COTILLÓN al conjunto de adornos y baratijas con el que se celebra Nochevieja?


Hablamos de pitos, serpentinas, confeti, sombreritos, matasuegras, antifaces y otros pequeños obsequios que se regalan en algunas fiestas para estimular la alegría y el jolgorio.
Cotillón es palabra de origen francés, que entra al idioma castellano en el siglo XIX sin variaciones y cuyo significado es ‘refajo, enaguas’. Es término aumentativo de cotte, ‘paño, jubón, cota’.
En Francia y en ciertas fiestas de sociedad se acostumbraba a bailar un tipo de danza con figuras a compás de vals. La vestimenta pasó a denominar también el baile y, con el tiempo, las fiestas que se finalizaban con esa danza también se denominaron cotillones.
En estas fiestas también se repartían pequeños obsequios para dar mayor alegría y animación a la danza, en una especie de fin de fiesta. Así que no es de extrañar que el término cotillón agrupara además del baile los objetos en sí.
Actualmente el cotillón ha quedado relegado a las celebraciones de Nochevieja y a los instantes previos y posteriores al cambio de año. Junto al ruido, los cantos y el baile con los que, desde antaño, se pretende alejar a los malos espíritus.

¿Sabías por qué se llama MISA DEL GALLO la misa de medianoche del 24 de diciembre?


La costumbre proviene de los ritos de los templos de Jerusalén.
Allí los católicos celebraban tres misas el día del nacimiento de Jesús: una en la noche a la hora del nacimiento del Señor, otra al amanecer como signo de la resurrección y una tercera en el templo, siendo ésta el oficio solemne del día.
El nombre de Misa del gallo hace referencia a los primeros seres que acudieron a adorar al Niño, las aves, y a que se celebraba ad cantus galli, ‘al canto del gallo’ en latín.
Antiguamente era costumbre imitar el canto el gallo durante la celebración.

Fuente: 1de3.com

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