miércoles, 2 de julio de 2008

Fuentesaúco de Fuentidueña.


Este fin de semana nos vemos en el vecino pueblo, son las fiestas en honor de la Virgen del Rosario, a la que se atribuye un milagro que salvó la cosecha.
Os dejo con la historia publicada en el Norte de Castilla:
Las fiestas de la Virgen del Rosario, se celebran el primer fin de semana julio. Son los festejos mayores y, por este motivo, los que más actividades concentran. La música de las veladas nocturnas no falta esos días en Fuentesaúco de Fuentidueña, pero tampoco los actos religiosos. No en vano, como la mayoría de las fiestas, su origen es cristiano. Cuenta la tradición que la fiesta comenzó a celebrarse hace mucho tiempo, un año en el que una plaga amenazaba con acabar con la cosecha justo en el momento de su recolección. Los agricultores decidieron sacar entonces a la Virgen del Rosario en procesión para pedir su intercesión y evitar la catástrofe.
Fueron hasta la vieja olma, donde celebraron una misa. Y justo en el momento de la elevación de la forma, cuentan que el cielo se oscureció y la plaga desapareció, salvando las cosechas de Fuentesaúco de Fuentidueña y el sustento de sus gentes durante ese año.
El hecho fue tomado como un milagro y para agradecérselo a la Virgen, desde entonces, todos los años, decidieron que el 21 de junio, festividad de San Eusebio, se repitiera una procesión con la Virgen del Rosario a la conocida desde entonces como Olma de la Virgen, donde se oficia la misa para dar gracias. Hoy las fiestas, son algo después, el primer fin de semana de julio, pues hace ya bastantes años que se decidieron retrasar para evitar que coincidiera con los exámenes finales, pero la esencia de los festejos sigue siendo la misma. Por una calle del pueblo llena de árboles, pasa la procesión con la Virgen del Rosario, hasta llegar a la centenaria olma, donde se celebra la eucarestía.
De regreso a la iglesia de Santo Domingo de Silos, a ritmo de la popular jota, antes de entrar al templo, los vecinos de Fuentesaúco de Fuentidueña cumplen con la tradición de subastar los cuatro palos de las andas en las que procesiona la patrona para ver quiénes son los devotos que cuentan con el privilegio de introducir a la patrona en el templo y quién hace la puja más elevada para situar la imagen de la Virgen en el trono.

Fuente: nortecastilla.es

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